Aquella noche cuando llegue a casa, mientras mi esposa me
servía la cena, le agarré su mano y le dije, tengo algo que decirte. Ella se
sentó y comió callada. La observé y vi el dolor en sus ojos, de pronto no sabía
cómo abrir mi boca, pero tenía que decirle lo que estaba pensando. "Quiero
el divorcio".
No había disgusto alguno en ella por mis palabras y me
preguntó suavemente ¿por qué?... No supe que responder.
Esa noche no nos hablamos , sólo escuche lo mucho que
lloraba. Sabía que quería saber qué estaba pasando con nuestro matrimonio, pero
no pude contestarle. Sucedió que ella había perdido mi corazón, ahora le
pertenecía a otra mujer llamada Nely. Yo ya no amaba a mi esposa, solamente le
tenía lástima!
Con un gran sentido de culpabilidad, escribí un acuerdo
de divorcio y en este acuerdo ella se quedaba con la casa, el carro y el 30% de
nuestro negocio. Ella miró el acuerdo y lo rompió a pedazos!
Pasamos diez años de nuestras vidas juntos y éramos como extraños!
Yo le tenía lástima, por todo su tiempo perdido, su energía pero ya no podía
cambiar, yo amaba a Nely . De pronto empezó a gritar y a llorar para
desahogarse. La idea del divorcio ahora era mas clara para mí.
Cuando llegue a casa el día siguiente y la encontré
escribiendo en la mesa. No cené y me fui a dormir, estaba muy cansado de haber
pasado el día con Nely . Cuando desperté, todavía estaba mi esposa escribiendo
en la mesa. No me importó, me viré y seguí durmiendo.
Ella se levantó Por la mañana me presentó sus condiciones
para el divorcio. No quería nada de mí, pero necesitaba un mes de aviso antes
del divorcio. En sus condiciones me pedía que por un mes tendríamos que vivir
como hasta ahora, vivir normal.
Su razón era simple, nuestro hijo tenía todo
ese mes exámenes y no quería molestarlo con nuestro matrimonio quebrantado. Yo
estuve de acuerdo, ella tenía otra petición. Que me acordara cuando yo la
cargué a nuestro cuarto el día que nos casamos. Me pidió que por ese mes, todos
los días la cargara del cuarto hasta la puerta de salida de la casa!
Pensé que se había vuelto loca, pero para llevar la
fiesta en paz, y para que firmara el divorcio después del mes, acepté.
Le conté aNely lo que mi esposa me había pedido. Ella
se reía en voz alta, y decía que era absurdo la petición, que no importaba que
truco usara, tendría que darle la cara al divorcio.
El segundo día, los dos estábamos más relajados. Ella se
apoyó en mi pecho. Pude sentir su fragancia, me di cuenta que hacía tiempo que
no la miraba detenidamente. Ya no era tan joven, tenía algunas arrugas, algunas
canas. Era notable el daño de nuestro matrimonio! Por un momento pensé y me
pregunté. ¿Qué fue lo que le hice?...
El cuarto día, la cargué, sentí que la intimidad estaba
regresando entre ambos. Esta era la mujer que me dio 10 años de su vida. En el
quinto y sexto día, seguía creciendo nuestra intimidad. No le dije nada al
respecto a Juana, pero cada día era más fácil cargar a mi esposa. Pensé que me
estaba acostumbrando a cargarla porque era menos notable cargar el peso de su
cuerpo conforme pasaban los días.
Una mañana ella estaba viendo que ponerse, se había
probado muchos vestidos pero no servían. Se quejó diciendo: ¡Mi ropa se ha
puesto grande!!! Y fue ahí que me di cuenta que estaba muy delgada, y esa era
la razón por la cual yo no sentía su peso al cargarla.
De pronto sentí que le había enterrado mucho dolor y
amargura. Sin darme cuenta le toqué su cabello, en ese momento nuestro hijo
entró a la recamará y dijo: "papá llegó el momento de que cargues a mamá
hasta la puerta!".
Para mi hijo ver a su padre día tras día cargar a su mamá
hasta la puerta, se había convertido en una parte esencial de su vida. Mi
esposa lo abrazó, yo vire mi cara, sentí temor que cambiara mi forma de pensar
sobre el divorcio.
Cargar a mi esposa en mis brazos hasta la puerta, se
sentía igual que el primer día de nuestra boda. Ella acariciaba mi cuello
suavemente y natural, yo la abrazaba fuerte, igual que nuestra noche de bodas.
La abracé y no me moví, pero la sentí tan livianita y delgada que me dio
tristeza.
El último día igual la abracé y no quería moverme, quería
que el momento durara mucho más.
Manejé para la oficina, un impulso dentro de mí me hizo
cambiar de dirección. Al llegar a mi nuevo destino salí del auto, subí las
escaleras y al tocar la puerta Juana me abrió. La vi a los ojos y sin vacilar le
dije: Lo siento, no quiero ni voy a divorciarme de mi esposa.
Nely me miró con asombro, quería explicaciones. Yo, amaba
a mi esposa y ella a mí. Era que entramos en rutina y estaba aburrido, no
valoré los detalles de nuestra vida, hasta que empecé a cargarla de nuevo, me
di cuenta que debo y quiero cargarla por el resto de nuestras vidas.
Nely lloró, me dio una bofetada y cerró la puerta. Bajé
las escaleras, subí al auto y llegué a la florería. Compré el arreglo más
hermoso para mi esposa.
La joven en la florería me entregó una tarjeta, donde de
puño y letra escribí: "Te cargaré todas las mañanas hasta que la muerte
nos separe".
Llegué a mi casa con flores en la mano y una sonrisa,
corrí y subí para encontrarme con mi esposa, pero ella estaba muerta!
Le habían detectado cáncer y yo estaba tan ocupado con
Juana que no me di cuenta. Mi esposa sabía que se estaba muriendo, y por ese
motivo pidió un mes de aviso antes del divorcio, para que nuestro hijo no le
quedará un mal recuerdo de la vida matrimonial de sus padres. Para que no
tuviera una reacción negativa. Por lo menos, le quedaría saber que su padre era
un esposo que amaba a su esposa.
Estos pequeños detalles es lo que importa en una
relación, no la casa, el carro, el dinero en el banco. Crean un ambiente que
crees te llevará a la felicidad, pero en realidad, no es así!
Trata de mantener tu matrimonio feliz, comparte esta
historia y quizás estés salvando un matrimonio. Todas las historias de fracaso
son iguales, se dan por vencidos cuando están a punto de entrar en éxito.
Y recuerda, "No sabemos lo que tenemos hasta que lo
perdemos".
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