martes, 22 de abril de 2014
Volví
Volví, después de lo mucho que me costó decirme a mí misma que, quedándonos, lo único que hacíamos era jugar a desmontarnos la vida como si fuésemos puzzles de más de dos metros cuadrados de orgullo. Volví, porque es demasiado fácil olvidarse, cuando se está adentro, del temporal que hay en la calle. Así que luego me di cuenta de que también me daba miedo estar sola conmigo, porque yo no tengo reparos si al mirarme no me gusta lo que veo, y me lo grito, aunque sé que no puedo hacer otra cosa que resignarme a mirar siempre el mismo paisaje. Contigo era distinto. Tú es que me querías más de lo que yo pude soportar mis indecisiones, pero no se puede mantener el equilibrio mucho tiempo apoyándote en las ganas de vivir de otro. Que no dábamos para tanto es algo que aprendimos cruelmente. Al final terminamos cayendo los dos. Y ese se convirtió en nuestro estado natural, tirados por los suelos y las camas, con la mirada vidriada como por una hostia que nos habíamos dado nosotros mismos, sin darnos cuenta ni pedir permiso. Y luego nos emborrachábamos por las noches deseando olvidarnos de todo, como si deshacerse de los recuerdos fuese tan fácil como quemar una caja llena de fotografías. Pero ya sabes lo mucho que cuesta al día siguiente superar la resaca de un corazón que late como si llevase sin dormir demasiado. No encuentro razones, sino sólo las ganas que teníamos de comernos el mundo, y hacer de nuestras bocas el universo, para después darnos cuenta de que ya no había espacio para la supervivencia. Tanto filosofar sobre la muerte, desnudos y entre sábanas, bajo la luna, con un cigarro consumiéndose, y se nos olvidó no tomar precauciones a la hora de follarnos los sueños al intentar hacerlos reales. La colisión fue inevitable. Levantamos una ciudad sobre el suelo inestable de nuestros párpados, cerrados alrededor de una vida que no existía más que en los silencios. Y nos convertimos en pura urgencia, yendo a todas partes con esa prisa que tiene la gente que sabe que nadie les está esperando. No te extrañe que en otra vida hayamos sido pedazos rotos de algo que no pudo arreglarse.
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Es muy buena esta historia a mi m pasa lo mismo las mismas palabras es como k fuece yo k aiga escrito estas palabras k ironica es la vida verdad
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